Durante la edición 2007 de la Feria Internacional del Libro (FIL), el “excedido” aparato mediático de la Universidad de Guadalajara (UdeG), logró el disgusto de varios asistentes, cuando el acto de inauguración, y a donde acudió por cierto el Presidente Felipe Calderón Hinojosa, se tornó en un llamativo espectáculo que impidió el ingreso de los bibliófilos.
En aquel momento, el entonces rector general Carlos Briseño Torres, desde su oficina en Expo Guadalajara, aseguraba que el agresivo despliegue logístico era “un mal necesario”, debido a la dimensión que tenía uno de los encuentros culturales de mayor importancia en Iberoamérica; el mismo evento que en los días que circundan a su destitución, el 29 de agosto, es criticado por “el manejo que sobre éste tiene Raúl Padilla López”.
La inauguración de la FIL 2008, en este sentido menos vistosa, por lo menos en lo político, en donde congregó a personajes de menor dimensión mediática, y también en escala de poder.
El cometido de la feria, el real, el encuentro literario, como en años anteriores, se consolidó aún más con referencia al anterior.Sin embargo, aún queda en el ambiente la sospecha murmurada por todos, y utilizada como lema de lucha por Briseño Torres. Si bien la feria trasciende aspectos políticos de la UdeG, se cuestiona la escala de poder que dirige el encuentro literario de mayor envergadura en Iberoamérica, y quizás una de las pasarelas políticas más importantes del país. Las ideas tercamente evocan el nombre de Raúl Padilla.
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